Hablamos con Janice Hallet del cozy crime y la avalancha de mujeres en el género: “Conocemos muy bien el miedo y cómo plasmarlo”
Viene a España a presentar 'El Examinador', para muchos, la mejor novela negra del año
Janice Hallet llega a España para presentar 'El Examinador'. / Imagen cedida por Ático de los libros
Janice Hallet tardó en convertirse en autora de éxito. De hecho, no publicó su primera novela hasta sus 51 años, pero mereció la pena esperar tanto porque desde La Apelación, sus libros se han convertido todos en best-sellers. El último, El Examinador, ha sido considerado por muchos como la mejor novela de misterio del año.
Se ha ganado el apelativo de la ‘Agatha Christie del siglo XXI’ y novelas como esa primera, El código Twyford o Apelación en Navidad han sido leídas por millones de personas.
En la última nos sumerge en un máster de arte con seis alumnos muy distintos que no se llevan muy bien. Tienen que trabajar en un trabajo final en común, la instalación en una empresa de tecnología. Una novela construida a base de mensajes en chats donde nada es lo que parece. Detrás de todos esos mensajes podría haber un asesinato que todos estarían intentando encubrir.
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La autora, que trabajó muchos años como periodista en cabeceras de life style y también en gabinetes de prensa del Gobierno británico, ha encontrado en la novela epistolar un filón.
De su obra, del cozy crime tan en auge o, incluso, de Dua Lipa -que ha estado en España a la vez que Hallet- a la que menciona en su novela, hemos hablado con ella en su reciente visita a Madrid.
Pregunta: ¿Qué tal por España? ¿Has encontrado inspiración para el misterio?
R: Gracias por darme la bienvenida a España, siempre ha sido una inspiración para mí. Fue el primer país que visité, de pequeña, en un paquete vacacional por el Mediterráneo, las típicas vacaciones británicas. Y, por supuesto, El Quijote es el libro que más influencia ha tenido en mí, más que cualquier otro libro u obra de Shakespeare. Así que, digamos que España como fuente de inspiración para mí tiene una larga historia y estoy feliz de estar aquí.
P: El Quijote con una extensión amplia, casi como tu novela que son 600 páginas, ¿qué se siente cuando uno pone el punto final a una obra tan extensa?
R: Realmente fue un gran momento con el final tan explosivo que tiene el libro. Más en una novela slow burn, de mecha larga. Soy una escritora que escribe sin plan y llegar a esta explosión final fue un descubrimiento, todo un viaje como escritora y seguro que también para los lectores. Y acabarlo y tenerlo en mis manos cuando había sido durante tanto tiempo una idea en mi cabeza fue un momento maravilloso.
P: ¿No les ha cogido fobia a mandar mails o a chatear después de esta novela epistolar?
R: Lo cierto es que me encantan los mails. De hecho, mi primer libro, La Apelación, está compuesto a través de correos electrónicos. Durante un tiempo ha sido mi medio preferido, por lo menos lo fue durante un tiempo. No tuve un Smartphone hasta 2020 y fue cuando empecé a utilizar WhatsApp y es verdad que, hoy en día, por su rapidez sí que prefiero utilizar WhatsApp antes que un mail, aunque todavía tiene un lugar en mi corazón. Me da un poco de vergüenza reconocer que los correos me gustan y me van a seguir gustando.
En el cozy crime también tenemos esa necesidad de que los crímenes se resuelvan, al contrario de lo que ocurre en la vida real que muchas veces no se resuelven.
P: Te definen como una de las grandes exponentes del cozy crime, un género que en nuestro país está cogiendo mucho auge, ¿cómo lo definirías tú?
R: Realmente el cozy crime es un género muy amplio que lo abarca casi todo, desde libros con una faceta más oscura, hasta lo que es un auténtico cozy como, por ejemplo, un gato que resuelve un misterio. Libros como Killing Eve que es una serie en la que el asesino es también la protagonista, tiene algo de cozy. En esta definición se incluyen obras muy diversas. Yo no diría que mis libros entran en un cozy puro, yo diría más bien una historia de crimen tradicional con un toque cozy, aunque lo que sí tiene de cozy, de reconfortante, por decirlo de alguna manera, es que, al final, todo se resuelve, los malos acaban ante la justicia y este elemento reconfortante sí que lo tienen mis libros.
P: Aunque no sé si el cozy crime podrá superar el interés por el true crime que tú has tratado en otras novelas, ¿cómo lo ves?
R: El true crime lo adoro. Devoro todo lo que se produce de true crime. Pero es cierto que está bastante parejo con el cozy crime de alguna forma algo extraña. Al final se trata de géneros que nos permiten saldar cuentas con la terrible naturaleza del crimen. En el true crimen queremos conocer los crímenes reales para tener ese conocimiento y evitar ser potenciales víctimas. En el cozy crime también tenemos esa necesidad de que los crímenes se resuelvan, al contrario de lo que ocurre en la vida real que muchas veces no se resuelven. Ambos sirven a esa necesidad de estar tranquilos y recabar la mayor seguridad posible para enfrentar la terrible realidad del mundo muchas veces.
Se entiende que los mejores autores de ficción criminal sean mujeres porque conocemos muy bien el miedo y cómo plasmarlo en las páginas.
P: Parece que, salvo excepciones, es un género dominado por mujeres, ¿cómo analizas esta realidad?
R: Para mí tiene todo el sentido porque al final las mujeres experimentamos el peligro más que los hombres tanto dentro como fuera de casa. Tenemos cierta desventaja física que tenemos que compensar con otras cosas y muchas veces es con conocimiento porque puede ser que muchas veces acabe siendo la víctima de un asesino, de un criminal. Necesitamos saber las causas del crimen y eso no es una necesidad accesoria sino fundamental. En ese sentido, se entiende que los mejores autores de ficción criminal sean mujeres porque conocemos muy bien el miedo y cómo plasmarlo en las páginas. Es muy triste que tengamos esta ventaja en este sentido, pero es así realmente, necesitamos saldar cuentas con esta realidad.
P: Tienes una habilidad innata de hacernos sentir dentro del misterio con ganas de encontrar respuestas, ¿es algo que siempre te pones como premisa?
R: En El Examinador es algo que ocurrió sobre la marcha. Es verdad que, en La Apelación, el protagonista es un outsider que llega de fuera al pueblo y tiene que resolver el crimen. Es verdad que muchas veces el lector tiene este papel de outsider, está fuera, es la naturaleza misma del lector, pero en El Examinador he intentado meter a este lector en este entorno claustrofóbico cerrado, un curso formado por 6, 7, 8 personas entre las que hay una rivalidad enconada y que sienta la claustrofobia de esta situación. En este caso ha sucedido sobre la marcha, aunque, es verdad que, en otros libros, puede ser que lo planee.
P: En esta novela todo gira en torno a un curso de Arte Multimedia que intenta cerrar la brecha entre la educación artística y el entorno laboral, ¿lo percibes como una realidad muy habitual?
R: Sí, realmente existe una brecha entre el mundo laboral corporativo y el mundo del arte. Eso en el Reino Unido lleva a un verdadero debate sobre la validez de los cursos universitarios artísticos porque son muy populares, hay muchos alumnos que quieren hacerlos, pero es cierto que, después, no encuentran trabajo. Son cursos que no suelen cualificarles para luego encontrar trabajo. No solo es un problema con los cursos de arte, sino también con otros de humanidades, geografía o historia que son más vocacionales que el currículum educativo. Y en el Reino Unido se está cuestionando su lugar teniendo en cuenta que muchas veces, a lo mejor, se pagan grandes sumas por estos cursos y si luego no encuentras trabajo, tiene un carácter problemático esta cuestión. En el curso que aparece en el libro intenta salvar la brecha entre el mundo del arte y el mundo corporativo y en la vida real hay muchos cursos así, dirigidos a aplicar tu talento artístico para triunfar en el mundo de la empresa. Hay quien pudiera pensar que este es un camino por el que andar, pero yo soy de las que pienso que el arte debería cultivarse por el arte en sí.
P: Nosotros el arte que más consumimos es el musical. No sé qué cercanía tienes tú con la música.
R: La música realmente es mi vida. Cuando era adolescente me encantaba la música pop y fue una afición que tuve muy por encima de los libros durante un tiempo. Incluso, hoy en día, cuando escribo escucho música. Y una vez he escrito el libro, después creo una lista de reproducción con las canciones que estaba escuchando mientras lo escribía. No tienen que ser necesariamente que estén acorde al tono del libro, simplemente canciones que estaba escuchando mientras lo escribía. Cuando después la escucho, recuerdo el momento en el que lo estaba escribiendo. Por ejemplo, este libro, El Examinador, se publicó en el Reino Unido en septiembre de 2024 y ahora que he venido a España, han pasado unos meses y justo antes de venir, me puse la playlist y me pongo a tono para responder en las entrevistas. La música para mí es una gran influencia, lo ha sido a lo largo de toda mi vida. Al igual que siempre he querido ser escritora, nunca he querido ser músico y para mí son como facetas complementarias.
P: Y, ¿qué hay en la playlist de esta novela?
R: Kool and the Gang, Fleetwood Mac, Becky Hill, Eric Clapton, Rudimental, muy ecléctica, o Dua Lipa.
P: De hecho, a Dua Lipa la mencionas, ¿por ser albanesa o porque te gusta especialmente?
R: El personaje de Ludya tenía en mente desde el principio que fuera de Europa del este y Albania está en Europa del este. Dua Lipa es una persona que habla y ha escrito mucho sobre su herencia albanesa y estoy segura de que Ludya la escucha.
P: También hay un personaje que se llama Karen Carpenter, ¿tenías en mente a la cantante de The Carpenters?
R: Me hace mucha gracia cuando una persona común tiene un nombre que coincide con el de algún famoso. Esta Karen Carpenter no tiene nada que ver con la Karen Carpenter de The Carpenters, aunque soy una gran fan. Pero estoy segura de que la Karen Carpenter de mi libro siempre está respondiendo preguntas sobre su nombre y cómo se vive al coincidir con el de una famosa.
P: Si tuviera que escoger un tema central para la novela, ¿cuál sería?
R: La respuesta obvia es School’s Out de Alice Cooper, pero hay otra menos obvia, un poco más antigua, Gary Gilmore’s Eyes de The Adverts, con una letra bastante violenta, pero es también melódica y bastante rockera que cuadra muy bien con El Examinador.
Un tema que me interesa mucho es ver cómo ese sonido afecta a nuestras emociones, cómo nos permite involucrarnos, sentir nostalgia, cambiar nuestro humor.
P: No música, pero sí sonido binaural está muy presente en esta novela. Hablas de los ASMR, ¿qué te llamó la atención de todo esto?
R: Es un interés que viene de hace tiempo que estuve en una exposición en Londres con una performance con una experta en sonidos binaurales con una explicación de cómo funcionaban estos sonidos y nos contó una historia que formaba parte de la experiencia de la performance. Cada uno llevaba sus auriculares y lo vivió aislado en su mundo. Fue una experiencia extraña, pero extraordinaria. Luego he ido a otras exposiciones como una en el Design Center de Londres que estaba relacionada con estos sonidos binaurales y los ASMR. Son cuestiones que casan muy bien con mi sensibilidad artística que siempre ha sido una fuente de inspiración y quería tenerlos en mi libro. Tratar temas a través del arte siempre es una cuestión complicada, pero quería hacerlo. Además, un tema que me interesa mucho es ver cómo ese sonido afecta a nuestras emociones, cómo nos permite involucrarnos, sentir nostalgia, cambiar nuestro humor. Y ahora que está en tendencia la plenitud mental, el mindfulness, el sonido nos ayuda mucho a alcanzarla.
Yo soy de la Generación X, una generación que intentó cambiar el mundo y parece que no lo conseguimos, pero, por el contrario, la Gen Z sí lo está haciendo y esto es algo muy de alabar y me encanta.
P: Un mundo que conecta muy bien con la Generación Z de la que habla en algunos momentos de la novela con cierto tono crítico, ¿por qué?
R: Diría que soy más juguetona que crítica con la Generación Z en el libro. Es una generación que me encanta. Yo soy de la Generación X, una generación que intentó cambiar el mundo y parece que no lo conseguimos, pero, por el contrario, la Gen Z sí lo está haciendo y esto es algo muy de alabar y me encanta. Uno de mis personajes favoritos del libro es Jem, que tiene 21 años, Gen Z y es una persona que no tiene miedo a sus mayores que dicen saber más que ella. Tiene una gran confianza en sí misma y estar segura de sí misma es una gran fuerza. Es una generación que me encanta.
Da miedo pensar que alguien puede apretar un interruptor y hacer que todo lo que conocemos desaparezca.
P: Hay mucho de tecnología en esta novela, ¿algo inevitable en una historia contemporánea?
R: He tenido que investigar un poco sobre tecnología para escribir este libro que he hecho, básicamente, en internet. Es un tema que me parece interesante, aunque difícil, pero me encanta los desafíos y por eso decidí lanzarme. Ha sido a veces un poco oscuro y aterrador.
P: Hace unos días sufrimos un gran apagón en España que nos hizo ver lo dependientes que estamos de la electricidad. ¿Qué opinión te merece esa dependencia que tenemos de ella?
R: Es ciertamente aterrador, piensas, si alguien quisiera colapsar a la sociedad, simplemente le haría falta apagar la electricidad. Pero bueno, también creo mucho en la inventiva del ser humano y sus recursos, por ejemplo, en España hubo personas que estuvieron cantando y bailando cuando se fue la electricidad y eso sirvió para que entrar en pánico. El ser humano depende de muchas redes de seguridad y también de la que proporciona la tecnología y la electricidad y cuando quitas eso, es un mundo totalmente diferente. Da miedo pensar que alguien puede apretar un interruptor y hacer que todo lo que conocemos desaparezca. La tecnología es algo bueno, aunque como todo, también tiene sus desventajas.
P: En ese apagón la única manera de conectar con la información eran las radios analógicas que ahora se han convertido en objeto deseado. En tu novela la hay, ¿qué significa para ti?
R: A mí, lo que son las ondas de radio, me han fascinado. No puedes verlas y parece algo casi sobrenatural. Mi fascinación viene de una visita que hice a un museo de la radio en el Reino Unido. Fue una experiencia interesante, pero un poco siniestra. Estaban poniendo varios programas de radio producidos hace décadas y podías escuchar voces de un pasado muy distante con una claridad cristalina, es como si esas personas estuvieran de nuevo vidas. Escuchabas sus risas, sus voces, era como si fueran fantasmas hablando. Luego está la cuestión de que funciona como un medio de comunicación y resulta fascinante que cuando se fue aquí la electricidad la radio fuera el único medio de comunicación que quedara. Soy bastante fan de la radio, aunque no logro entender todavía el concepto de lo que son las ondas de radio, aunque me encanta.
P: Nos ofreces a seis estudiantes de edades muy diversas y caracteres muy distintos, ¿cuál te costó más desarrollar?
R: El más complicado de escribir fue Patrick porque es un personaje que cambia muchísimo ante nuestros ojos. Cuando empieza el libro vemos que es una cosa, pero cuando acaba, vemos que es otra. Al final ha sido un proceso delicado que había que desarrollar a lo largo de la historia y ha sido complicado de construir. Otros personajes también han tenido sus propios desafíos. Jem, por ejemplo, es mi personaje favorito. Ludya también me ha parecido muy divertido de escribir. De Alyson me encanta su pasión. Patrick también me encanta, pero ha sido complicado de escribir.
Puede ser maravilloso trabajar en equipo, pero también tiene sus desventajas y en este libro he intentado explorar lo que pasa cuando colapsa la idea de trabajar así.
P: Edades muy diversas que nos dan a entender que nunca es tarde para ponerse a estudiar, ¿no?
R: Nunca es tarde. Yo soy un ejemplo. Cuando tenía 37 años hice un master de escritura de guion y, de hecho, mi primera novela, La Apelación, se publicó cuando tenía 51 años. Nunca es tarde. Y sobre la diversidad del máster que hay en la novela, refleja una realidad porque muchas veces estos másteres están compuestos por gente que acaba la universidad, pero también por gente que vuelve al mundo educativo, bien porque ya han formado su familia y quieren volver a la educación o porque han cambiado de carrera, o bien han cambiado de trabajo y quieren probar otras cosas. Nunca es tarde para empezar nada.
P: Hay muchos roces entre los alumnos de este máster, ¿tienes algo contra el trabajo en equipo?
R: Por un lado, este énfasis que se pone en el trabajo en equipo está bien, pero es verdad que al quitar la responsabilidad personal a lo largo de la historia ha sido causa de las mayores atrocidades del ser humano. Puede ser maravilloso trabajar en equipo, pero también tiene sus desventajas y en este libro he intentado explorar lo que pasa cuando colapsa la idea de trabajar así.
P: Has dicho en más de una ocasión que tu objetivo es entretener, ¿plantear temas para la reflexión también?
R: Es verdad que el objetivo principal es que el lector disfrute de la lectura, pero mientras estoy escribiendo el libro si salen temas que considero que debo tratar, lo hago y me gustaría que el lector también reflexionara sobre ellos, aunque si no quiere hacerlo, que disfrute de la lectura solamente, que es también legítimo, pero me gustaría que se tomara tiempo para pensar sobre ciertos temas.
P: ¿Qué reflexión le gustaría que se sacara de la lectura de este libro?
R: el gran tema de reflexión sería la responsabilidad personal. También el arte y sus posibilidades. Y ser un poco más conscientes de la gente con la que se trabaja y se comparte tiempo a lo largo de la vida porque, al final, todos somos muy diferentes de alguna manera. Toda esa diversidad de la que estamos rodeados siempre está presente.
P: En breve lanzas una novela epistolar de misterio para niños, ¿es la mejor edad para los asesinatos?
R: Es extraño, se publicará una caja llena de misterios hacia noviembre, diciembre. Cuando uno piensa que a lo mejor para un niño un misterio de asesinato quizás no sea lo más adecuado, pero sí, es un género que es interesante. En un principio yo no estaba inclinada a escribir literatura para jóvenes lectores, pero estaba en una gira promocional por El código Twyford y vino una lectora de La Apelación a que le firmara el libro y me dijo que tenía un niño de 10 años que odiaba leer y se cogió esa novela y la devoró leyendo los mensajes de texto entre los abogados. Y me preguntó si me plantearía escribir para jóvenes lectores porque le gustaría que sus hijos siguieran leyendo. Hasta ese momento no me lo había planteado, pero, según me lo dijo, me surgió la idea y empecé a darle cuerpo. El resultado es una caja llena de misterios que me emociona mucho. Tiene diferentes niveles de lectura porque se pueden leer solo algunas partes, pero también se puede leer al completo. Ojalá que todos lo lean al máximo.
P: ¿Qué sientes cuando se refieren a ti como la Agatha Christie del siglo XXI?
R: Es halagador, aunque a veces hay que cogerlo con pinzas. Tuvo una carrera muy prolífica y larga. Estuvo reinventando el género libro a libro y, al final, es maravilloso cuando te comparan con la reina del misterio.
P: Y cuando es lectora, no escritora, ¿es de las que resuelve pronto los misterios?
R: Lo cierto es que se me da terriblemente mal. Se me da bien detectar las pistas que pone el escritor en el libro, pero juntar el puzzle no se me da particularmente bien y al final siempre caigo en los giros del escritor y me encanta cuando hay un gran giro de trama, lo disfruto un montón.